miércoles, 2 de diciembre de 2009

Existen muchas formas de estar en soledad. Todos hemos estado solos en ocasiones circunstanciales, pero con la tranquilidad de que, en algún momento, alguien vendría a acompañarnos. Distinta suerte corre quien, por diversas circunstancias de la vida, se encuentra verdaderamente solo, sin nadie que se preocupe ni comparta sus penas y alegrías.

Hay quien la soledad lo atrapó desprevenido y, casi sin darse de cuenta, se descubrió rodeado de ausencias. Pero también existe aquel que goza de su soledad y se esfuerza por mantenerla, tal vez convencido del refrán que reza “mejor solo que mal acompañado”.
Lo cierto es que hay que aprender a convivir con la soledad. Es vital aceptar la compañía de uno mismo y poder vivir en paz con la conciencia propia. Como dijo el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, “la soledad es el imperio de la conciencia”.



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